Cuenta la leyenda que, en el siglo XVIII, en un pequeño pueblo de Polonia cubierto de hollín, a alguien se le ocurrió pintar unas flores en el techo de su salón para tapar unas manchas oscuras. Más tarde, otras personas se animaron y empezaron a decorar paredes, puertas, ventanas e incluso la fachada de sus casas.
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Poco a poco, pintar flores se convirtió en una tradición hasta el día de hoy. ¿Te gustaría ver cómo lucen estas casitas floreadas?

Zalipie, situado a unos 70 kilómetros de Cracovia, en el sureste de Polonia. Es un claro ejemplo de un pueblo que, sin tener grandes atractivos turísticos, se ha convertido en un lugar de belleza singular que acabo siendo muy atractivo para aquellos amantes de la fotografía e instagrammers.


No cabe duda que caminar por sus calles será encantador, ya que se podrá apreciar de cerca cada detalle que tiene cada una de las casitas que se encuentran allí, disfrutando de la magia rural de este peculiar pueblo polaco.


Zalipie es el resultado de dedicación y amor de sus habitantes a lo largo de los siglos, lo que lo convierte en un lugar único en el mundo.